miércoles, 6 de julio de 2011

Que se llama sinceridad


Como decía Charlie Chaplin; Por simple sentido común no creo en Dios, en ninguno.
La igualdad que nos plantea la iglesia católica deja de ser viable cuando nos realzan la figura de un Dios "todopoderoso" al que debemos amar y encomendarnos.
Si en alguna situación de vida o muerte algo saliera mal y pronunciáramos el nombre de Dios en vano estaríamos cometiendo algo relativo a un pecado, pues el nombre de ese al que con gran honestidad llamamos "altísimo" se podría cabrear y utilizar sus grandes poderes de super-héroe (nombre que le he adjuntado por vivir en una galaxia desconocida hasta nuestro tiempo) y crearnos alguna clase de mal por hacer de vientre, literalmente, en su persona. ( Me cago en Dios)
Un día como otro cualquiera debemos sentirnos presos en nuestros propios errores para encomendarnos a él y santificar un día tan, tan , tan especial.
Los valores que me han dado mis padres desde que nací se acaban en algo extraño llamado cuarto mandamiento, en el cual el respeto a mis progenitores lo debo hacer porque un edificio con patriarcas reprimidos me obliga a hacerlo.
La justicia y la sociedad me implanta la ley de no matar, la iglesia como buena y digna me propone no hacerlo, o sino el sentimiento de culpa, que "el altísimo" me creará, acabará con mi persona.
Satisfacer el ansia sexual y sentir el miembro de un hombre penetrando lo puro ( en mi caso por que soy heterosexual) puede causar daños irreparables en mi físico como acné juvenil y puede trastornarme de por vida. (Si eres homosexual, el paso a la iglesia queda vetado)
                                                       
Que no se cansen mis ansias,
que el pobre sea pobre, en comida.
Que el niño sea puro y no se esconda bajo sotanas.
Que la iglesia me castigue por darle placer a mis ganas.

El mayor acto cometido por esta gran institución, robarle al pobre y hacer sentirme culpable.
Que unos labios resecos y malnutridos besen joyas puestas en manos que les dan de beber, por supuesto, agua de váter.
Es gracioso que no pueda levantar falsos testimonios ni mentir, si cada Domingo por la tarde ( no se exactamente a que hora) se escuchan sandeces en edificios llenos de personas que admiran a quién codicia dinero ajeno, miente y claramente no sabe hablar de lo que habla, no es que mienta, ni siquiera sabe.
Como de costumbre los llamados mandamientos se repiten por falta de corrección, ya nos ha quedado claro que los ciegos son ateos y a los que los granos, por llamarlo feamente, le abundan, burdamente son pajilleros.
Nosotros no podemos tener la osadía de desear lo que no nos pertenece, pero que irónico, que eso lo prediquen un gobernante y varios súbditos que manejan su propio estado.


                                                     

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