lunes, 22 de agosto de 2016

El contrafuerte

Tú fuiste el error más fortuito.
Lleno de corazas absurdas.
Inquietante.
Serio, borde y peculiar por naturaleza.
Sumido en tus mundos.
Tuviste épocas deficientes y otras mejores.
Con mi propia pluma dibujaste tus contornos en la que era hasta entonces mi piel.
Pensé que las diferencias que nos separaban harían de esto algo caduco, perecedero.
Pese a que no sé si lo nuestro será algo longevo, te ofrezco mis humores infumables, mis derrotas, mis sonrisas, mis corcheas y redondas, te ofrezco la música de mis días, me ofrezco, pero no cual ente, sino cual esencia.

sábado, 20 de febrero de 2016

Alfileres

Cada vez que me miro en el espejo veo a la mujer que nunca quise ser.
Una mujer torpe y bruta, sensible y vulnerable, con un escudo que cualquiera puede traspasar.
La última vez que miré mi reflejo en el espejo vi a una mujer débil, alguien frágil, casi rompible.
Muchas veces me pregunto si el miedo a fracasar como pareja, será realmente el miedo a estar sola.
Hace unas horas miré mis manos cansadas de repetir lo mismo a diario, y vi a alguien  a punto de rendirse,  alguien que luchó demasiado para luego no recibir nada.
A veces, me convertiría en pájaro, quizá así, podría volar sin ataduras ni grilletes tangibles.
Últimamente solo pienso en la soledad, en comprarme cientos de billetes de avión y huir.
En ocasiones me pregunto si lo más correcto es conformarse con una persona que se apaga lentamente como la llama de un mechero a punto de quedarse sin gas, o lo más honesto sería rehacer los pedazos de la vida que dejé atrás, llena de confianza, una confianza perdida.
Seguramente mi gran problema es que he aprendido a no quererme, para quererte en exclusiva.

martes, 8 de diciembre de 2015

SIEMPRE



Siempre escribo cuando hay algo que me perturba, cuando mis manos, jóvenes, parecen viejas de tanto moverse.
Siempre lloro cuando estoy al borde del abismo, pero alguien me dijo un día que el abismo es eso que el humano se inventa en su mente cuando no tiene ganas de solucionar el problema. 
Siempre callo cuando el resto pide que hable, y hablo cuando mi piel me sugiere que calle. 
Siempre actúo de manera deficiente cuando me invade el miedo, porque sí, soy de esas personas que acostumbran a tener miedo. No tengo miedo a la oscuridad, hace mucho tiempo que la noche, la oscuridad y yo nos hicimos amigas, tengo miedo a lo humano, a las palabras más fuertes que consigan penetrar en mi mente y matarme lentamente todos los huesos que todavía queden en mí. Tengo miedo a recibir el rechazo de una boca, o a ser rechazada en todos los ámbitos, soy de miedos, de desmoralización, de no saber encontrar ningún ápice de positivismo en mis días. Peco de impaciente, porque pienso que el mundo podría acabarse y el mero hecho de pensar que he dejado algo a medias puede conmigo. Soy minuciosa, pero sobre todo ansiosa. Soy todo aquello que otras mentes rechazan 

jueves, 12 de noviembre de 2015

Cosquillas en mis letras


¿Sabéis porqué decidí estudiar periodismo? Un día me levanté, con quince años, y vi a mi alrededor unos folios que a gritos me pedían que escribiera una historia. Cogí un bolígrafo Bic y comencé a redactar, las manos no paraban de moverse, la mente no paraba de pensar, años atrás había escrito, pero nunca con criterio sobre algo. Pero en ese momento aprendí que cuando cuentas una historia, contrastada con fuentes, con voces de otras personas, con datos, cuando lees y no te cansas de buscarle respuesta a todo, es ahí cuando te das cuenta que los números y las cuentas no forman parte de ti, que es la tinta, y la tipografía Arial 12, Times New Roman o Calibri la que te guía.
A veces siento que me desmotivo, porque la gente no ve en realidad tu pasión, porque todo lo que tu construyes con tu mente, puede llegar un profesor y destrozarlo con un simple movimiento de ajedrez. Cuando me siento vacía escribo y, habitualmente no me sale nada bueno. Pero escribir me sienta bien. Yo no sé pintar, tampoco se hacer esculturas, pero mover los dedos por el teclado me parece otro tipo de arte. No sé si estoy preparada para el mundo del periodismo, ni si soy buena, solo sé que le echo ganas, que fotografío las cosas que me parecen interesantes en mi mente y luego las plasmo en los folios. Que todos los caminos no llegan a Roma, pero a lo mejor llegan a un pueblo de la Toscana y puedes observar el mejor atardecer, incluso mejor que el del Templo de Debod. Yo no sé si me gusta la escritura, o me gusta la información, o me gustan lo documentales, las crónicas o los reportajes, solo sé que me hace feliz lo que hago, que me invade por todas las venas y me llega hasta la punta de los pies, una sensación que no puedo describir, se me ponen los pelos de punta cuando leo, cuando la poesía y la prosa se me clavan en las retinas y es como si volara. Yo no sé si seré informadora, solo escribo, porque escribir me hace libre.

martes, 20 de enero de 2015

Une vie

¿Un año?, un año son experiencias, llenas de risas y lágrimas, son autocríticas constantes repitiéndonos porque no nos salió bien. Un año da para mucho, sí, para conocer, experimentar y darte cuenta que hay cosas que no se suplen con nada. Porque un año es mucho tiempo, o no. La esperanza de vida para una persona son los 80-86 años, entonces un año no es relevante. Intenté que tu recuerdo pereciera durante mucho tiempo, y comparaba a cada instante tus cosas con las de los demás. He intentado que no existieras en mis pensamientos, pero, volviste como el ave fénix que resurge de sus cenizas y descoloca a todos los que están a su alrededor. Puedo decir a día de hoy que podría colocar los filetes rusos como la mejor comida o cena del mundo, y solo tú sabes el porqué. Y es que ahora únicamente pienso que el mejor tiempo invertido es con personas como tú, personas a las que desee borrar de los cielos de Madrid, y es que no se puede borrar una eternidad, ni un futuro. Mis canas te pertenecen, mi piel es híbrida de ambas pieles. Eres un emblema en mi pecho.
El porqué de todo, es simplemente, que un año no es demasiado tiempo.

domingo, 9 de noviembre de 2014

Éxtasis de domingo

Exageradamente cruel. Las distancias en milímetros. Las bocas insanas que sacian su ansia con noches de látex. Las medias noches en pieles dormitadas y sexo mudo en mentes colapsadas. Inclusiones en canciones que parecen hablar de más, cuando oyes música, la entiendes, no cuando la escuchas. Sueño, sueño de relatos, de literatura imberbe, de acostarte con el sol y despertarte con la luna, en locales desahuciados. Somos heterogéneos, siempre lo fuimos, un tú sin demasiados porqués, una sensación de crecer, aún siendo niño.

miércoles, 5 de noviembre de 2014

El día que Madrid sea solo una ciudad

El día que pueda con todo, reconoceré que ya no existes.
Los lunes de capa caída hablaré de mis objetivos, de esos que creé yo, sin ti.
Los Domingos de resaca comiendo techo en mi habitación, serán menos tristes cuando tu voz no retumbe en mis tímpanos, ni en mi estómago se junten alcohol y lágrimas.
Los sábados en Atocha, Gran vía, y templo Debod merendando una empanada al atardecer de un día de esos de guante y gorro, serán plenos cuando entre la contaminación y los complejos de Madrid no suene tu nombre.
Que mi casa, mis sábanas ya no atrapan tu olor, que se difumina en todos esos sentidos abstractos de cenas en Kebabs y pelis con palomitas.
Mentiría si digo que te extraño, aunque también lo haría por engañarme todos los días reconociendo que no dueles.
Pero el día, el día que pueda decir tu nombre, amor, ese día, te llamaré amigo.