martes, 8 de diciembre de 2015

SIEMPRE



Siempre escribo cuando hay algo que me perturba, cuando mis manos, jóvenes, parecen viejas de tanto moverse.
Siempre lloro cuando estoy al borde del abismo, pero alguien me dijo un día que el abismo es eso que el humano se inventa en su mente cuando no tiene ganas de solucionar el problema. 
Siempre callo cuando el resto pide que hable, y hablo cuando mi piel me sugiere que calle. 
Siempre actúo de manera deficiente cuando me invade el miedo, porque sí, soy de esas personas que acostumbran a tener miedo. No tengo miedo a la oscuridad, hace mucho tiempo que la noche, la oscuridad y yo nos hicimos amigas, tengo miedo a lo humano, a las palabras más fuertes que consigan penetrar en mi mente y matarme lentamente todos los huesos que todavía queden en mí. Tengo miedo a recibir el rechazo de una boca, o a ser rechazada en todos los ámbitos, soy de miedos, de desmoralización, de no saber encontrar ningún ápice de positivismo en mis días. Peco de impaciente, porque pienso que el mundo podría acabarse y el mero hecho de pensar que he dejado algo a medias puede conmigo. Soy minuciosa, pero sobre todo ansiosa. Soy todo aquello que otras mentes rechazan