martes, 31 de mayo de 2011

Salto de altura

Que si el viejo olivo vuelve a quejarse le daréis agua porque tiene sed.
Que si viene el viejo con su esperanza le cantaréis para no hundirlo.
Si la hiedra verde se pudre entre mi habitación y sus tinieblas habrá fracasado un mito.
Aullad al alba que ha sido menos densa que ayer, sumidos en la indiferencia de un día poco fructífero.
Matad el aburrimiento con hojas de invierno cálidas en el rincón preferido de una madre, unos ojos que piden condena por un delito que no hemos cometido. Me deleitaré de la intriga que suma la constancia cuando me paso horas en vela preguntándome qué sucedió.

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