sábado, 2 de abril de 2011

Excepciones en el paraíso

Frío, en desacuerdo odiamos.
Enfermedad, lo que me produce su voz.
Mentiras, las que digo cuando no me conviene hablar.
Joder, lo que he hecho mas de cien veces.
Amor, esa palabra que no logro escribir en condiciones.
Duran las lágrimas esparramadas por la habitación. El silencio de sus ojos pretende oírse menos. El imán referente a los sentidos ha cesado, sus manos han muerto. El pianista cansado a tocado y de nuevo y como de costumbre, se ha tomado un Vermú. La distancia se ha hecho irrelevante, los descalzos ya no piden en la puerta de hospitales, trabajan de ministros de sanidad.
Las chozas se han convertido en hogares de ricos, el gobierno, del cual no puedo debatir por falta de información, ha caído, como la mayoría de las cosas en esta vida.
Los veranos se han hecho asociables, no se sale.
El mundo ha girado tres grados y los científicos se han hartado de sus fórmulas incuestionables.
El sol se ríe de la luna, pues de sol a sol es lo único económicamente fiable.
Se ha deslomado para que ahora,  y en cierto modo,  no se lo agradezcan ni sus descendientes.

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