¿¡Qué ha pasado!?, el otro día me levanté y no tenía reloj, ni móvil, ni tablet, ni e-book, ni portátil y lloré cual niña pequeña.
Soy partidaria de los medios de comunicación, la globalización, pero no estoy de acuerdo con la evasión.
Ya no se habla, no se tienen conversaciones de tres horas sin poner un tweet, o una foto en Instagram, o publicarlo en un estado de Facebook, es muy triste. Muy triste que no haya secretos, que no quedes con una persona por el mero hecho de verla, y que nadie se entere, la privacidad no existe.
Es absurdo, viajar y publicarlo, estar más pendiente de como quedan las fotos para luego subirlas a alguna red que disfrutar de la magia de otros lugares.
No se tiene constancia de lo real, lo presente, el disfrute, la naturalidad de un directo.
Lo más triste de todo es que todo se está volviendo muy relativo, las cosas ya se platean por indirectas de 140 caracteres, las opiniones se dicen por una pantalla de móvil.
Llegará un momento que los besos, los abrazos y el sexo se suplanten por tecnología, y eso, eso es lo más triste de todo.
lunes, 20 de enero de 2014
sábado, 11 de enero de 2014
Comunicación con mi escritorio
Noches de un sudor demasiado ficticio, de olor a nuevo.
De Lana del Rey entre apuntes de comunicación.
De agua de disgusto y lágrimas de nadie. De móviles que dejan de sonar y de conversaciones que nunca existieron.
Echar de menos y de más. De olor a flores recién cortadas y de fotografía en tarjetas de memoria.
Hoy es uno de esos días, en el que lo recto se tuerce, y el agua se convierte en cocacola.
En este instante alguien muere por ti, mientras tú, ingenuo, mueres por alguien que va de cama en cama.
Días de Madrid, entre flujos incontrolables de tráfico, entre montañas de cosas que hacer.
Y aún así, amigo, sigo pensando en ti.
De Lana del Rey entre apuntes de comunicación.
De agua de disgusto y lágrimas de nadie. De móviles que dejan de sonar y de conversaciones que nunca existieron.
Echar de menos y de más. De olor a flores recién cortadas y de fotografía en tarjetas de memoria.
Hoy es uno de esos días, en el que lo recto se tuerce, y el agua se convierte en cocacola.
En este instante alguien muere por ti, mientras tú, ingenuo, mueres por alguien que va de cama en cama.
Días de Madrid, entre flujos incontrolables de tráfico, entre montañas de cosas que hacer.
Y aún así, amigo, sigo pensando en ti.
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