jueves, 30 de diciembre de 2010

Intolerante

Todo empieza, como empiezan los días de verano.
Lastimeramente esos días tienen un final.
Un final, como también tienen un final un ser sociable.
La vida va por etapas, la primera creer que es lo mejor, la segunda buscar los defectos y la tercera malgastar tiempo en intentar entenderla tal y como se presenta.
Un movimiento versátil entre facturas intercambiadas de purpurina añeja.
Rosas no enviadas a Venecia por miedo a ser tiradas al agua.
Amor, placentero, sin complicaciones y luego soledad.
Inminente, como el parpadeo, asfixiante.
Llamadas que no recibí, y, perdones que aún sigo esperando.
Necesidad de no ser universal, hostigada.

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