martes, 2 de noviembre de 2010

Perforada


Lágrimas amarillas como los días en mi sillón.
Huecos oscuros y llenos de brillantina.
Escaleras enrevesadas que llegan a la puerta de mi habitación.
Un hotel de carretera y una cama sudorosa.
Ego desprendido de su piel y sed de café.
Algunas margaritas en la pared.
Un beso que le robé a mi madre, quince años.
Antiguos teleféricos que me guían al poder de evolucionar.
Un yo caído de la silla.

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