sábado, 12 de octubre de 2013

Octubre y sus estragos.

Nunca me escondí de la niebla, salí con bufanda y gorro.
La adolescencia lejana se entremezcla con madurez púber.
Olvidé la nostalgia de olvidar, porque lo olvidado acaba volviendo y mejor quitarnos ese lastre.
Me mentía en el camino Cáceres-Madrid.
Recibes lo que diste, cambias con lo que te daña y bebes lo que te echan en la copa, copa que se diluye cada noche entre sábanas demasiado limpias para tu embriaguez.
En azoteas cerradas cree mis primeros versos y en las calles de pasos menos concretos me definí.
Los parques ya no enseñan maneras, ni formas, enseñan actos y clínicas.
Dejé de sentir, de sentirlos, sentirme. Piedra efímera que se segmenta en cualquier rincón.

1 comentario: